
Cartes a Bach
Espectáculo interdisciplinario de música, danza y teatro:
Gabriel Fiol toca las tres primeras suites para violonchelo solo de Johann Sebastian Bach, acompañadas de las danzas tradicionales de la época barroca.
Maria Bàrbara y Anna Magdalena Bach, las esposas del compositor, interpretadas por Carme Garí y Maria Estelrich, cobran voz para acompañar a Gabriel como hicieron con Johann Sebastian durante su vida.
Programa:

Primera carta: María Bárbara Bach
La primera carta de Maria Bárbara está dirigida a su hermana Catharina. Hemos situado este texto un 16 de mayo de 1719, Maria Bárbara tenía treinta y cuatro años, un año antes de morir. Hemos imaginado una hipotética hermana porque queríamos que fuera un personaje muy próximo a ella a quién pudiera contar su vida íntima. Catharina es el nombre de una hija propia.
I Suite para violonchelo nº 1 en sol mayor, BWV 1007
Prélude
Allemande
Courante
Sarabande
Menuet I & Menuet II
Gigue
Köthen,16 de mayo de 1719.
Mi querida Catharina,
Estoy sumida nuevamente en la añoranza de Johann, justo ahora que hace tres días que marchó de Anhalt. El príncipe Leopold reclamaba su presencia y para mi esposo, el deber está por encima de los sentimientos. Estos días juntos me ha explicado como transcurre el tiempo en el Palacio de verano: pasan las horas estudiando nuevas partituras y preparando con mucha dedicación el cumpleaños del soberano. Su carácter estudioso, no decepciona al príncipe que le demuestra una buena disposición hacia su arte, y Johann le está profundamente agradecido.
Me explicó que el príncipe es un entusiasta del ballet de corte, y en las veladas musicales que se organizan en el Palacio, los músicos interpretan las suites de mi esposo. Sé que el mismo príncipe divierte de vez en cuando a sus invitados tocando la Viola da gamba. ¡Cómo me gustaría ser una de las invitadas y bailar, ni que fuera un instante con mi Johann! Para mí sería el sueño que tantas noches he imaginado, aquí sola. Sé que a Johann este ambiente le inspira y, según me confesó, le potencia la creación artística.
Una tarde, antes de que él partiera, recibimos la visita de un violonchelista de la Corte. Después de cenar, Johann le mostró la partitura de la suite en Sol mayor y recuerdo con nitidez las palabras, que aquel le dedicó: "Para mí, esta música es un río de notas en el Preludio, es una exhibición desenfadada en la Courante y galante en el Minué, pero aún así tiene sus momentos de oscuridad, y como una nube cuando es empujada por el viento, este desaparece y sale la luz resplandeciente. Son como los claroscuros que me provocan las pinturas de Caravaggio!"
Estimada hermana, quiero alegrarme, y alegrarte el espíritu, y echar esta incipiente tristeza que regresa a mi vida cuando él está ausente. Te envio una copia de la primera Suite con el deseo que te reconforte tanto como lo ha hecho conmigo.
Tu querida, María Bárbara
Segunda carta: María Bárbara Bach
La segunda Carta de María Bárbara la dirige a su esposo, a Johann Sebastian Bach. Es una carta de despedida, no se encuentra bien y tiene la convicción que le quedan pocos días de vida y no se reencontrarán de nuevo.
II Suite para violonchelo nº 2 en re menor, BWV 1008
Prélude
Allemande
Courante
Sarabande
Menuet I & Menuet II
Gigue
Köthen, 7 de junio de 1720
Mi querido Johann,
El viaje ha sido muy pesado para mí. Este último embarazo me quita las fuerzas y me deja en un estado de total laxitud. Prácticamente paso todas las horas del día en la cama con el ánimo decaído.
Querría venir a Karlsbad y pasar este tiempo contigo pero pienso que allí pasaría sola todas las horas del día. Este hecho nos separaría y yo no podría soportarlo. El médico, con mis molestias tampoco me dejaría tomar camino. Dice que en mi estado de buena esperanza sería peligroso, y que seguramente mi cuerpo desfallecería antes de llegar.
Ayer parecía preocupado.
(Ya no soy aquella mujer joven que dió a luz a siete hijos, ha pasado tanto de tiempos desde entonces, que ahora, mientras él acompaña al príncipe a Karlsbad, yo estoy viviendo la última fase de mi vida, sola. Mi deseo es que ni el desconsuelo ni el luto por mi ausencia marquen su futuro. Su religiosidad, el amor a nuestros hijos y la música, le proporcionarán la fuerza suficiente para seguir adelante su vida).
Mi padre, cuando me instruía, me dijo que la música es la manera de tener presente las personas que están ausentes. Ayer necesitaba estar cerca de ti, y cuando rebuscaba entre tus partituras encontré la suite en re menor. Tocando la Sarabande, te hiciste presente. Me diste compañía y consuelo porque a pesar de mi voluntad de continuar adelante, tal como interpreta esta música, estoy predestinada a caer. Y tengo que aceptarlo...
(Sé que cuando él regrese a casa yo ya no estaré presente).
María Bárbara, siempre tuya
Tercera carta: Anna Magdalena Bach
La tercera carta es un monólogo de Anna Magdalena sobre Bach: como músico, como persona y su vida juntos.
III Suite para violonchelo nº3 en Do Major, BWV 1009
Prélude
Allemande
Courante
Sarabande
Bourrée I & Bourrée II
Gigue
Agosto de 1721
Hamburgo, iglesia de Santa Caterina
Soy Ana Magdalena, la esposa, la segunda esposa de Bach.
La primera vez que lo vi, yo abrí la puerta para visitar la iglesia de Hamburgo y escuché a alguien tocar: de la oscuridad surgían unos sonidos maravillosos, como si en el teclado estuviese sentado un ángel. Anduve silenciosamente y, me quedé contemplando la maquinaria del órgano, pero no podía distinguir al organista. No sé cuanto tiempo pasé en el recinto, vacío, toda oído.
Embrujada por aquella música no me daba cuenta del tiempo que pasaba. Mientras por los aires se esparcían los acordes. Hasta que se hizo el silencio y yo continuaba de pie, fuera de mí, con el cuello estirado, esperando volver a escucharla. De golpe, apareció el organista, Sebastián, y se fijó en mí sin inmutarse. Lo miré un instante y, mientras un escalofrío recorría mi piel, cogí la capa que me había caído al suelo, saliendo con un suspiro a la calle.
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La próxima ocasión, coincidimos en la casa de mi padre, trompetista de la Corte, yo estaba invitada en calidad de soprano. No dejé de mirarlo un solo instante. La fuerza de su espíritu se expresaba en sus facciones: la frente poderosa, los ojos extraordinarios, las cejas siempre fruncidas como si se encontrara en una profunda meditación. Su intensa mirada parecía dirigida a su interior, lo cual era impresionante. Sebastian era unos ojos oyentes que transmitían una luz mística, ... nadie lo podía mirar una vez y no volverlo a mirar. Por encima de él flotaba una aura mágica que comunicaba inmediatamente a cualquier persona que se le acercara, fuera quién fuera. No se podía decir que fuera guapo, ninguno de los Bach lo era, pero no fui inmune a su encanto. Yo era muy joven y me enamoré, hasta tal punto, de dejarlo todo por él.
Durante los treinta años casada con Sebastian fui su amiga, confidente, amante, cuidadora, secretaria y la copista de su obra.
De los años compartidos, Sebastian me ha dejado su recuerdo en cada partícula de mi piel y de mi pensamiento.
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Marzo 2023
Me gusta pensar en Anna Magdalena aquella noche. Y la quiero imaginar con el corazón vibrante, cuando él le llevó un libreto de música que había escrito para ella.
Aquella noche, después de acompañar a los cuatro pequeños hijos de Sebastian al lecho, Anna Magdalena se queda copiando una partitura a la luz del candil (¡No de un cirio que eran muy caros!)
Él se le acerca sin hacer ruido y pone encima de la mesa, ante suyo, una libreta encuadernada de color verde, con el lomo y los bordes de piel.
Todavía la tiene, y la guarda celosamente, y seguro que por muy pobre que llegue a ser, no se separará de ella mientras viva.
Imaginadla con las manos impacientes al abrirla: él le habrá escrito aquellas composiciones y ella las transcribirá.
Debéis entreverla escribiendo aquellas notas de la tercera Suite: la Sarabande que habla de pérdida, recuerdo y aceptación.
La Bourrée, alegre y campestre.
Y la Gigue, exuberante, una danza que bailaban los marineros ... ¡Demasiado alegres!
Quiero recordarla, especialmente aquella noche.
Deseo intensamente que también hagáis conmigo el ejercicio de imaginarla, para disfrutarla hoy y ahora, tal como hicieron ellos hace trescientos años.
Ahora, en este preciso instante, Sebastian está presente entre nosotros.
Cerrad los ojos y escuchad ...
Maria Estelrich.